El aprendizaje según la neurociencia es resultado de una de las capacidades cerebrales que distingue por excelencia al ser humano de los seres no humanos: ¡aprender!
El cerebro humano está constituido por una cualidad neuronal que permite la aprehensión y transformación de la realidad tanto natural como social. O sea, del entorno, del mundo que habita.
Por ahora, el humano es la especie que mejor ha desarrollado tal capacidad en la tierra. Ergo, tú disfruta del órgano supremo del mundo: el cerebro. ¡Aprovéchalo! ¡Cuídalo! Aún, ninguna máquina lo iguala.
Se suele creer que la capacidad de aprender de cada individuo es particular por sus condiciones genéticas. Resulta que no es así, por lo general.
Según estudios en neurociencia, los humanos nacen con una arquitectura neuronal innata que es similar en todos los individuos. Se caracteriza por algunas peculiaridades de genoma que definen distintas fuerzas y velocidades de aprendizaje las cuales se modifican y enriquecen (plasticidad cerebral) fácilmente con el efecto de las experiencias de vida, salvo en aquellos que se singularizan por una “neurodiversidad”, en cuanto a dislexia, discalculia, autismo…
Todos los humanos llegan al mundo terrenal con la capacidad de aprender, es decir, transformar la información que recibimos, a través de nuestros sentidos, en un conjunto de conocimientos útiles para la producción y reproducción de la vida. En otras palabras, crear de las experiencias ideas abstractas, refinadas y lo suficientemente generales y aplicables en situaciones novedosas.
Aprender es construir
Los avances de la neurociencia revelan cómo se fragua el aprendizaje. El francés Dehaene (2019) explicó que aprender es construir un modelo interno del mundo que vivimos. Es crear una representación mental de las experiencias que se viven con uno mismo y con otros, esto lo que llamamos construcción de modelos mentales. Estas representaciones pueden crearse de manera individual y social (colectiva). En la medida que aprendemos, nuestro cerebro va albergando una infinidad de modelos internos de los acontecimientos de la vida.
El aprendizaje según la neuropciencia involucra que el cerebro atrape una porción de la realidad que antes le era ajena y la use para construir un nuevo modelo del mundo vivido. Esta proporción puede ser una parte de sucesos exteriores: la firma del acta de independencia de Venezuela, la botánica amazónica o la poligonal de una comunidad. O pueden ser interiores: coordinar los gestos al momento de hablar ante una asamblea de ciudadanos, concentrar los pensamientos con el objetivo de ejecutar un diagnóstico participativo o una contraloría social.
Aprender es modificar
A su vez, aprender incluye que el cerebro modifique (calibre) la infinidad de representaciones mentales que ha construido de acuerdo con el contraste que se entiende a través de sus sentidos entre la representación y la realidad empírica en particular. Es decir, también es ejecutar corrección del desfase que se identifica con respecto a la idea mental ya construida en algún momento y la experiencia vivida en un instante preciso. Es como si se moldeara el constructo mentado mediante un proceso de ensayo y error a medida que se viven experiencias de vida.
En algunas situaciones, este procedimiento procura reducir la magnitud de la inexactitud. Por ejemplo, cuando se aprende a arrancar un vehículo sincrónico, la letra de una canción, martillar un clavo…
Adicional al calibre y la reducción del error, el cerebro humano ante “trabas”, dificultades resolutivas de situaciones dadas, explora al azar representaciones mentales distintas a la habitual, en búsqueda de otras opciones que permitan mejores resultados, es decir, opera con un entendimiento distante y parcialmente aleatorio, de modo que, si existe una solución mejor, tenga la posibilidad de encontrarla, mejorando el aprendizaje.
Aprender es segmentar y organizar
El aprendizaje según la neurociencia también conlleva que el cerebro segmente y organice, mediante la construcción de un modelo jerárquico de múltiples niveles, la infinidad de representaciones mentales en torno al mundo de vida. La mente establece regularidad de rangos cada vez más amplios, tanto temporal como espacial, por lo que en la medida que va acumulando experiencias en el proceso de aprehensión y transformación va desarrollando la capacidad de detectar objetos o conceptos más complejos. Dicho de otro modo, un pensamiento definido por una variedad intensa de nivelación.
Por ejemplo, es saber que el ejercicio del voto está inmerso en un ámbito de mayor nivel jerarquía conceptual y práctico como es la democracia, también la toma de decisión autónoma, la participación en el espacio público, la información veraz y oportuna… a la vez que se relaciona con otros niveles jerárquicos, iguales o superiores, algo de bienestar y desarrollo individual y social, al igual que crecimiento económico, funcionamiento virtuoso del Estado…
Aprender es reaccionar y autoevaluar
De igual forma, el cerebro para aprender reacciona y autoevalúa. Actúa oportunamente, enfocándose en las acciones más eficaces de acuerdo con la situación dada, a la par que evalúa, de manera cada vez mejor refinada, las consecuencias de los actos a emprender o emprendidos. Es como un ejercicio cíclico, un bucle. La mente construye representaciones mentales y acciona en situaciones dadas con un grado de verdad considerada, al unísono de criticar el desempeño, prediciendo las recompensas o los castigos que se podrían obtener por la actuación.
Aprender es memorizar
Asimismo, el cerebro para aprender acota las representaciones mentales a través de la memorización de largo plazo, de manera que facilite, posteriormente, su utilización en situaciones conocidas y desconocidas, siendo esto una clave fundamental del aprendizaje.
Además de la capacidad de acotar, al igual que las ya referidas (construir, atrapar, modificar, reducir, segmentar, reaccionar y autoevaluar), el cerebro al aprender proyecta hipótesis a priori. Esto quiere decir, elabora una variedad de conjeturas previas acerca del ámbito al cual se aplicará. Al momento de interactuar con la realidad, el mundo de vida, el intelecto se apoya en las suposiciones preestablecidas que facilitan a delimitar la aprehensión y transformación de la experiencia vivida a través de los sentidos y la acción, por lo que aprender inicia con un conjunto de presunciones adelantadas que se proyectan sobre la información recibida y que la red neuronal selecciona como la mejor que se adapta a la situación para actuar.
Habilidades del aprendizaje
Dado el abanico de capacidades que facilitan el aprendizaje según la neurociencia, al transcurrir la evolución humana, el cerebro ha instituido habilidades claves que maximizan la velocidad de aprender.
En la actualidad, estas habilidades se estiman indispensables para alcanzar el aprendizaje. Algunas son la atención, la concentración, la curiosidad, el recuerdo, el olvido, la revisión, la consolidación, la motivación…
Estas habilidades son el secreto del aprendizaje efectivo y profundo. Quienes logren desarrollarlas con precisión maximizarán la velocidad y la eficacia con la que se aprende, por lo que todos los que quieren aprender y tener un desempeño académico y profesional de provecho y con propósito, deberían saber a ejecutarlas, comprender cómo funcionan y para qué sirven. Todo esto conociendo y aplicando una variedad de técnicas.
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Por lo general quienes aprenden cómo hacerlo es por experiencias propias que, en ocasiones, al inicio no son satisfactorias, obstaculizando el rendimiento.
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Referencias bibliográficas
El subrayado: técnica para la comprensión lectora
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